miércoles, 12 de junio de 2013

Economía egipcia.

Economía ¿porqué?
Es fácil, no hay tramas económicas apenas en el rev por diversas razones, pero... para el programa político que deben preparar los candidatos al trono, es imprescindible que todos sepan con qué se cuenta en Egipto, qué se necesita para que el país funcione y cómo conseguirlo y gestionarlo. Hay diferentes grupos de intereses y cada uno quiere tirar para su lado: desde el pueblo campesino, que pretende comida y paz, hasta los poderosos Hwt de los templos que tienen deseos tan diferentes a los humildes (abajo os explico en qué consistía esta institución). Si queréis elegir al mejor rey, no hay más remedio que tengáis una idea de los recursos de cada zona, los déficits y cómo manejar mejor el estado. Así que jugaremos a intentar que Kemet siga siendo una potencia de gran nivel y que no llegue una crisis ;)
Recordad que si tenéis cualquier duda o necesitáis que os amplíe algo, ya sabéis dónde encontrarme.



La economía egipcia se basaba principalmente en la agricultura. A medida la población aumentó, se fue ampliando una red de canales que completaba la tarea fertilizadora del Nilo, fuente de vida y riqueza para los kemitas. Había tres estaciones: Akhet, Peret, y Shemu. Akhet, la estación de la inundación, duraba de junio a septiembre y en ella, los campesinos no podían trabajar la tierra y se dedicaban a otros menesteres (ejército, manufacturas, ocio, cultura, etc.). Aún así, no hagamos anacronismos: era una mentalidad de subsistencia. Realizaban lo justo para su comodidad y pocos pasaban esos objetivos. De todas formas, los pjs del rev son de los que sí que iban más allá y pensaban en excedentes, comercio, trueque, prosperidad, etc.
Después de la inundación quedaba una capa de légamo en los bancos, enriqueciendo la tierra para la cosecha siguiente. En Peret, la estación de la siembra entre octubre y febrero, los granjeros esperaban hasta que se drenaba el agua, y araban y sembraban el rico suelo. Acabada la labor, irrigaban usando diques y canales. Seguía Shemu, la estación de la cosecha de marzo a mayo, cuando se recolectaba con hoces de madera. Lo que se cultivaba más parece ser la espelta, una especie de trigo y los cereales eran la base alimenticia. En los huertos se cultivaban guisantes (arveja), lentejas, cebolla, puerros, pepinos y lechugas, además de uvas, dátiles, higos y granadas. No era una simple economía de subsistencia, sino que realizaban intercambios con sus vecinos gracias a los abundantes excedentes de las subidas adecuadas del Nilo terrestre. Los años en los que el río bajaba muy fuerte o muy escaso había malas cosechas, pero se solventaba con el acúmulo de cereal en graneros por parte de templos y del estado durante los años propicios.
La zona sirio palestina y la península de Anatolia son ricos en ganado, caballos y madera, tres cosas muy escasas en el país del Nilo. Los egipcios importaban todo ello o lo recibían como tributo de otros estados. El incienso y la plata eran otros productos valiosos que compraban/intercambiaban con los países norteños.
La famosa madera de cedro del Líbano (no el país, sino el nombre de la cadena montañosa) era importada como un producto de lujo para personalidades egipcias. Se usaba en marquetería diversa, mobiliario y construcción (vigas, etc.). La escasa vegetación arbórea y su mala calidad hacía que tuvieran que comprar madera en el noreste. Además, era necesaria ampliar la flota para la defensa del Delta y la madera se hacía más necesaria día a día.
Entre los animales que criaban por su carne, se encuentran los cerdos, ovejas, cabras, gansos y patos. El ganado no era demasiado abundante y muchos de sus productos secundarios se tenían que importar. Los nómadas (a los que hemos llamado “tuaregs” en el rev) aliados de los egipcios, solían transhumar con sus rebaños de oasis a oasis, pero usaban las cabras para su subsistencia y no para comerciar con los más civilizados. Los habiru y otras tribus nómadas enemigas también seguían prácticas parecidas y no intercambiaban con ellos. Por tanto, debían aprovisionarse de ganado en la zona mesopotámica y anatólica. Las irregulares relaciones diplomáticas con los diferentes reinos, provocaba que las ciudades no siempre estuvieran bien abastecidas de carne.
Los estudios de los restos en ciudades como Set Maat o el lugar de Maat (Deir el Medina) han revelado que la dieta de los trabajadores era muy sencilla: la base eran cereales y legumbres, algo de frutas y verduras y poca carne y pescado. Muy diferente sería la de los nobles de la corte, que combinaban una dieta muy completa con los aportes de la caza (uno de los principales entretenimientos de la nobleza) y pesca.
Desde la introducción del carro de combate en época hicsa, el caballo y las escasas unidades de caballería eran muy valoradas en los ejércitos egipcios, pero no tenían buenos caballos a nivel local y solían importarlos en la zona sirio-palestina a los mercaderes que terminaban allí las rutas desde oriente. Por ello, la caballería era escasa y cara en Egipto, pero no tanto en lugares como Anatolia o la zona mencionada.
En cambio, Egipto era rica en cereales y muchos productos de huerta gracias al fértil limo negro de las subidas anuales del Nilo. Dátiles, miel, cactus y papiro eran otras de sus riquezas. El norte (Delta del Nilo) era la zona más fértil y combinaba estos citados recursos con la presencia de abundantes ecosistemas de aves que anidaban y se alimentaban en las marismas. La caza allí era buena y también la pesca. Además, era la mejor zona comercial por su cercanía con las rutas asiáticas y el mar (el Gran Verde) y había una gran actividad manufacturera. De las canteras de Tura, cerca de Menfis, salía la piedra caliza de mayor calidad y usada para las mejores construcciones, pero sus recursos se están acabando a gran velocidad y habrá que buscar un nuevo aporte de material edilicio. También había salinas para conservar alimentos y se elaboraban conservas en factorías cercanas.
A diferencia de ello, la riqueza del sur venía exclusivamente por las grandes extensiones cerealísticas y la relación del pueblo con los templos (sobre todo en festividades religiosas). Imaginad las procesiones como lugar de encuentro, transmisión de información y comercio, de forma parecida a lo que pasaba en las ferias medievales. Parece ser que ha aparecido hace poco una cantera cercana a Tebas, pero la piedra que hay allí ya no es caliza, sino arenisca, de peor calidad que la de Menfis. Otro elemento importante era la tradición militar sureña, sobre todo desde la época hicsa (os recomiendo echar un ojo al 2º periodo intermedio y sus consecuencias). Sus soldados eran los más preparados y numerosos del país.
Pero el norte tenía el grave problema de las razzias o saqueos periódicos de los nómadas, sobre todo en periodos de carestía. Había fortalezas y amurallamientos, como “los Muros del Príncipe” en Avaris y siempre había destacamentos de soldados en dichos bastiones. Aunque sus soldados tenían gran experiencia en el campo de combate, las sucesivas incursiones mermaban periódicamente sus filas, con el agravio comparativo ante los tebanos del sur.
Los productos manufacturados de calidad, papiros, las cerámicas, la talla en madera, el arte y la arquitectura eran otras de las riquezas de los egipcios, unido a la filosofía, ciencias, medicina, astronomía, etc. Esa quizá fue su mayor riqueza cultural y que influenció a todo el Mediterráneo, como se puede ver en los kouroi helenos arcaicos, por poner un mero ejemplo. Había varias canteras importantes, como la que se puede ver hoy día en Assuan o la famosa piedra blanca de Tura. La zona de las grandes pirámides fue elegida probablemente por la cercanía de piedra de calidad.

Los templos eran lugares de administración y política en época Antigua. No separaban como nosotros lo religioso de lo demás y el estado y su gestión era un todo. Antes de Ajenaton, los templos y los sacerdotes tenían plena potestad de un territorio circundante en donde ejercían plena jurisdicción a todos los niveles, el Hwt (pronunciado JUT). A su vez, el templo pasaba las cantidades que marcaban desde el estado, para el mantenimiento del mismo a nivel central. Ello se complementaba con la actuación de los nomarcas (gobernantes del nomo, sepat o provincia), que controlaban el resto del territorio que no dependía de los Hwt.
Este sistema daba agilidad a la administración y se ahorraba en funcionariado, pero a cambio, la casta sacerdotal manejaba a su antojo los impuestos en especie recaudados al pueblo (recordemos que eran sociedad amonetal) y “jugaban” con el tamaño de sus territorios. El sistema funcionaba más o menos bien porque la cantidad de impuestos se cambiaba según la subida del Nilo (medida con los nilómetros) y los años de carestía se recaudaba menos para no ahogar al pueblo. Además, el estado tenía silos en donde se guardaba grano para repartir en dichos momentos de hambrunas (recordad la historia de José y los años de vacas flacas), como os comentaba arriba. Una buena lección de política para nuestros “queridos” dirigentes actuales.
El tamaño de los Hwt era desproporcionado, adecuado al poder y prestigio del templo. El templo de Amón en Karnak llegó a tener 2400 Km cuadrados de tierra cultivable, 421362 cabezas de ganado, 433 fincas, 65 pueblos, 83 barcos, 46 centros de producción y 81322 trabajadores directos (datos de la dinastía XIX, un poco después del rev). El templo de Ra en Heliópolis era la segunda potencia y se quedaba muy lejos del anterior: 450 Km cuadrados de tierra, 45544 cabezas de ganado, 64 fincas, 103 pueblos, 3 barcos y 5 talleres, sumando un total de 12693 trabajadores (censo del Tesoro de Ramsés III, Papiro Harris).
Con Ajenaton, se centralizó el sistema para evitar estos engaños o abusos (relato del “oasita elocuente”) de los que el pueblo se quejaba cada vez más, pues ciertos templos extorsionaban a sus tributarios. Pero hubo consecuencias negativas: se ralentizaron los procesos administrativos, el funcionariado aumentó, con un consiguiente gasto y los templos se enemistaron con el poder central, impidiendo ciertas políticas conjuntas. Los militares fueron los que sufrieron más: al no ser abastecidos directamente por el Hwt más cercano, y tener que depender de los envíos desde la capital, a veces se veían desabastecidos, con el consiguiente descontento. Lo mismo ocurría con el pequeño campesinado, el más frágil ante cualquier adversidad y que era la mayoría de la población egipcia.
Los escribas (o sacerdotes, según el caso) tenían como tarea contabilizar la cosecha, censar ganado, cotejar el nivel máximo anual del río Nilo (para el cálculo de los impuestos) y registrar las áreas de las superficies de las parcelas, para poder restaurar los límites y demarcar las tierras agrícolas que la inundación del Nilo desdibujaba cada año. Un sindicato de ciegos (idea basada en fuentes de ficción) ayudaban a los escribas y sacerdotes a la hora de reinstaurar los límites de cada parcela; pero se sabe que ciertos lugares poderosos, aumentaron sus Hwt progresivamente. ¿Fue por concesiones reales o por sobornos a estos delimitadores? No se sabe.
Los países vasallos de Egipto también tributaban, pero estos impuestos, favores o ventajas comerciales repercutían directamente en el gobierno central. Sirios, amorritas, cananeos, mitannios y kushitas eran aliados de Egipto en inferioridad de condiciones y la forma de reconocer la supremacía del hegemón era mediante estas cargas económicas. No solía haber una gran presencia militar egipcia en estos territorios, excepto cuando había incidentes o rebeliones.


A pesar de no tener moneda, los egipcios habían desarrollado un complejo sistema de equivalencias para sus productos, que se valoraban más allá del simple trueque. Algunos autores como Lull afirman que existía una “ley de mercado”. Los trueques simples y cotidianos no necesitaban de este precio de referencia, pero los productos manufacturados y los de lujo sí que lo tenían. Durante el Reino Nuevo, se equipara el patrón a un peso determinado de cobre, plata u oro: los seniu solían ser de plata y los deben de cobre (con una relación entre cobre y plata de 1:100, que en época posterior se devalúa).
Precios de ejemplo: Papiro Cairo 65739: una rica mujer compra una esclava por 4 deben y 1 kite de plata, que era un equivalente de 373 g. de plata en total. Pero no entrega la plata, sino productos manufacturados que equivalían a ese precio.
Trigo: su precio oscilaba de 1 a 2 deben de cobre por Khar (un volumen aproximado de 77 litros).
Los salarios se pagaban en especie y a veces con retraso, por culpa de malas cosechas o problemas administrativos. La corrupción de ciertos funcionarios podía ser también causa de estos retrasos. Hasta tal punto llegó, que con Ramsés III se ha documentado la 1ª huelga del mundo por escrito: el hambre y el descontento se destilan de dicho texto. Entraron en el templo (que también tenía funciones como almacén de alimento y tesoro) y los sacerdotes les escucharon y alimentaron, pero querían que su queja llegara al rey.


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